sábado, 18 de enero de 2014

Restos de un naufragio sentimental

Por la mañana se despierta sola, el lado derecho de la cama frío. Estira el brazo, creyendo que por alguna extraña razón, él aún sigue ahí. Abre la mano, acaricia la sábana, recordando. Respira hondo, buscando aquel olor que tantas certezas le daba (o ella creía que le daba), el perfume natural de su piel y la tibieza de su cuerpo junto a ella. Confundida, abre los ojos claros: nada queda de aquel recuerdo.

Se levanta algo triste, pero de esas tristezas que ya no generan lágrimas, simplemente se llevan pegadas como un adhesivo en la frente. Prepara el desayuno para dos (el tercer lugar lo ocupa un jarrón chino), tratando de aparentar fortaleza y alegría. Como no le sale muy bien, una inmensa frustración se apodera de ella: no puede dejar de echarle la culpa de todo a él; la vida de ellos iba tan bien: eran una familia como siempre (ella) había soñado, ambos trabajan, vivían en un departamento que a ella le encantaba. A veces se ignoraban, puede ser, pero era normal en el día a día de la pareja; también quizás ella exageraba un poco con los temas de la casa y la cotidianeidad en familia, no le daba mucho espacio a él para que ejerciera su rol de "hombre de la casa", de papá, de compañero. "Eramos compañeros?", trata de recordar ella. No importa, las cosas iban bien entre ellos, no iban mal, hasta aquella tarde de otoño en la que él le gritó sus verdades y ella.... 

Y ella se convenció de que el origen de sus problemas siempre había sido él. Ya se lo habían dicho sus padres. 

De camino a casa, los árboles sin hojas le recuerdan aquella tarde de otoño. A veces llegó a pensar que su vida se acabó allí, en ese instante en el que las certezas pasaron a ser un breve puñado de espuma, escurridizo hasta ser inexistente. Claro, él en cambio tiene "otra vida", se la pasa bien, casi como si se lo refregara por la cara. La vida sigue, che, la vida es esto también. Sin embargo, para ella permanecer en ese estado de pena/rencor, es casi un consuelo. Algo aún la une a él, no importa qué, pero ella sabe que es lo único que puede esperarse de él. Sin rencor, sin odio, sin culpas, voy a ser libre al fin, voy a liberarme de él y de su fantasma. 
Y no, ella no quiere eso.